JUAN CARLOS I

Carta de S.M. el Rey Don Juan Carlos

BUENO, YA ES HORA DE QUE DIGA ALGO Y NO LO HAGA SOLO UNA VEZ AL AÑO Y EN NAVIDAD.
Por supuesto que se agradece el detalle, aunque tarde, nunca es tarde si la dicha es buena. Pasemos a analizar la carta, que más que carta, parece un telegrama. En azul la carta y en rojo, mi análisis.

No soy el primero y con seguridad, no seré el último entre los españoles que piensa que en la difícil coyuntura económica, política y también social que atravesamos, es imprescindible que interioricemos dos cosas fundamentales.
¿Dos cosas, creo que se deja muchas en el tintero…?.
La primera es que solo superaremos  las dificultades actuales actuando unidos, caminando juntos, aunando nuestras voces, remando a la vez. «Creo, que en los últimos 7 años, S.M. sólo a caminado con quién le gusta más». Estamos en un momento decisivo para el futuro de Europa y de España y para asegurar o arruinar el bienestar que tanto nos ha costado alcanzar. «Bienestar destruido, ante sus narices y con su silencio». En estas circunstancias, lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. «S.M. cerró su boca ante el ataque directo hacia abrir heridas del pasado, ante los que alentaban disensiones, ante los que dividían esfuerzos y ante los que según S.M. perseguían quimeras». No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia. «¿Ahora, ahora nos viene con éstas?. Son, por el contrario, los más adecuados para la acción decidida y conjunta de la sociedad, a todos los niveles, en defensa del modelo democrático y social que entre todos hemos elegido. «Perdone S.M., éste modelo democrático nos lo puso S.M. compinchado con aquellos que se autodenominan padres de la constitución, fueron simplemente lentejas, que o te las comes o las dejas.»
La segunda es que, desde la unión y la concordia, hemos de recuperar y reforzar los valores que han destacado en las mejores etapas de nuestra compleja historia y que brillaron en particular en nuestra Transición Democrática: el trabajo, el esfuerzo, el mérito, la generosidad, el diálogo, el imperativo ético, el sacrificio de los intereses particulares en aras del interés general, la renuncia a la verdad en exclusiva. «Aquí, siento comunicarle a S.M., que quienes tenían que trabajar no lo han echo; quienes tenían que esforzarse se esforzaron y fueron engañados; el merito fue de esos que nos han destruido con su cómplice silencio; la generosidad ha sido solo para los apesebrados al poder; el dialogo no ha existido solo ha existido el ordeno y mando; la ética ha brillado por su ausencia; el sacrificio por los intereses particulares solo ha sido el de los políticos y la verdad en exclusiva solo ha sido la de los políticos».
Son esos los valores de una sociedad sana y viva, la sociedad que queremos ser y en la que queremos estar para superar entre todos las dificultades que hoy vivimos. «Ciertamente los valores existen, pero otra cosa es que se lleven a efecto, cosa imposible en una sociedad enferma y a punto de morir, aunque solo con una orden de quién debe darla, ésta sociedad le seguiría ciegamente, siempre y cuando ésta vez sea de verdad y no otra mentira».

Bien, ante éste análisis, por supuesto que mio y no se si aceptado por los que lean éste post, la cosa la tengo muy clara. ¿Admito otra nueva mentira o acepto y ya veré como se desarrolla?.

Una cosa tengo muy clara: «JURÉ UNA BANDERA, ACEPTÉ LA DISCIPLINA Y POR ÉSTA ÚLTIMA ACEPTÉ A S.M., POR LO TANTO DEBO ACEPTAR ÉSTA ORDEN DIRECTA Y ESPERAR SU DESARROLLO».

Repito, que ya era hora de que se dirigiera a todos los españoles, otra cosa es que solo sea flor de un día como la de la Alcaparra.