CHACON

ZAPATERO NOS HA VENDIDO

Gadafi la tiene así.
 ZP Y LOS SUYOS, COMO SIEMPRE, HACIENDO AMIGOS POR EL MUNDO, A LA VEZ QUE LE IMPORTA UN COMINO QUE NOS AMENACEN, CON LOS DAÑOS COLATERALES QUE NOS PROVOCAN ESTAS MANIFESTACIONES, EN VISTA A LA PRIMERA INDUSTRIA DE ESTAS ISLAS, COMO LO ES EL TURISMO.
Claro que como donde está nuestros soldados, no hay guerra, pues él espera que el presidente libio lo entienda, mientras, Gadafi, ha asegurado que las Islas Canarias, son tierras árabes que deberían ser liberadas, al tiempo que ha asegurado que enviará a cientos de libios para perpetrar atentados suicidas en venganza por la campaña militar de la OTAN contra su país.

«Cientos de libios se convertirán en mártires. Yo os digo, ojo por ojo y diente por diente, pero nosotros les daremos la oportunidad de entrar en razón», ha afirmado el mandatario libio en un mensaje de audio difundido por la televisión estatal.
 

El Gobierno del PSOE hace como que lo de las guerras no va con él, a no ser para retirarse de manera apresurada; cuando no puede hacerlo se las arregla para intentar que los españoles sigan creyendo en lo que les conviene, que no hay guerra, sólo misiones de paz. Sin embargo, son continuas las noticias como la de ayer mismo que atribuían a los ataques de la OTAN, en cuya misión participan las fuerzas españolas, la muerte del hijo del líder libio y han sido y son muy numerosos los datos que indican que en el ataque de la OTAN al régimen libio se han producido numerosas víctimas colaterales, niños entre ellas. Pasa en todas las guerras y raro sería que no pasase también en esta.

Nuestra política internacional ha sido tan delirante que es lógico que el Gobierno trate de disimular que estamos metidos de hoz y coz en una guerra que se prevé larga y que resulta difícil de diagnosticar, relatar y comprender. Aquí, pase lo que pase, el Gobierno adopta una posición de aparente impasibilidad para tratar de mantener la ficción política sin la que no sabe moverse, la falsedad de que no estamos en una guerra y de que las tropas españolas se dedican, tan sólo, a extraordinarias operaciones benéficas de ayuda a los civiles indefensos. La guerra, según quieren hacernos creer estos pacifistas de pacotilla, la hacen otros, de manera que nosotros podemos pretender ocupar en el conflicto ese envidiable lugar del que está por encima del bien y del mal, sea lo que sea lo que haya ocurrido. Es patente el contraste entre esta hipocresía grotesca y el escándalo que armaron los socialistas en la oposición cuando España decidió enviar tropas de pacificación a Irak, tras la llamada de la ONU a hacerlo. Se trataba entonces de atacar al PP y, como siempre que eso sucede, la verdad importó mucho menos que los intereses, de modo que el “No a la guerra” se extendió con la velocidad de las consignas entre los militantes y simpatizantes de la izquierda.

Ahora que estamos en una guerra considerablemente más cercana y en la que nuestra responsabilidad relativa es mucho mayor, pues es una intervención de la OTAN y no directamente de los EE UU, el Gobierno ni sabe ni contesta, mira para otro lado aparentando ignorar la gravedad de cuanto está sucediendo en la orilla sur del Mediterráneo a muy pocos kilómetros de las costas españolas. Nuestros militares cumplen dignamente su papel, pero se trata siempre de misiones poco airosas, ya que el estúpido pacifismo socialista trata de aparentar que las tropas españolas no participan en esa campaña, pero el Gobierno no está en condiciones de garantizar que no haya sido un misil español el que haya causado tales o cuales daños porque, digan lo que digan, nuestros aviones están participando en una guerra muy conflictiva y, además, menos clara desde el punto de vista del derecho internacional que la de Irak. El Gobierno ha hecho suya la increíble explicación de que, como pasó en Afganistán, a los helicópteros españoles los derriba el viento, nunca las armas enemigas, aunque sólo si el Gobierno es socialista, porque, en cambio, cuando hubo un accidente de aviación les parecía evidente la responsabilidad directísima de Aznar. Fue precisamente José Bono, habituado a toda clase de ficciones, quien sostuvo con desparpajo dos interpretaciones tan asimétricas y malintencionadas. Resulta claro que los socialistas empezarán a poner el grito en el cielo al minuto siguiente de dejar Zapatero y Chacón sus responsabilidades en el Gobierno.

CHACON Y SU EJERCITO

Super-tanque español, made in Chacón

La ministra de Defensa y posible aspirante a suceder a Zapatero, ha hecho unas declaraciones sorprendentes. Una revelación pasmosa y tan desacertada que sólo puede responderse desde el humor. Ha dicho Carmen Chacón que el Ejército que hoy tenemos es el que quería Azaña. En las Fuerzas Armadas, esa tontería ha sentado como un tiro. Azaña despreciaba a los militares y abominaba de la milicia. Les clausuró la Academia General Militar de Zaragoza, el centro de formación de los oficiales del Ejército de Tierra y Guardia Civil y una de las instituciones militares más queridas por los que visten orgullosos el uniforme y por los que admiramos a los que lo visten.

Azaña no estimaba a los militares, y no soñó con Ejército alguno. Nunca los entendió y jamás hizo un esfuerzo para comprenderlos y acercarse a sus valores. Era taimado, rencoroso y como se demostró en el último tramo de la Guerra Civil, elementalmente cobarde. Como gobernante fue una auténtica calamidad. Una calamidad con muy buena prosa, pero nada más. Su continente literario contiene más valor que su contenido, un largo camino de folios y cuartillas sostenidas por el resentimiento y el chisme. Azaña reparte mandobles a diestro y siniestro, a enemigos y allegados, a sus más íntimos colaboradores y odiados adversarios con una destreza literaria admirable.
Al único que salva y cuenta siempre con disculpas y justificaciones es a él mismo. Azaña es uno de los principales responsables de la Guerra Civil.

Desde siempre he intentado acceder a los motivos de su mitología, y no los he encontrado. Hay un cierto esnobismo intelectual en la exaltación de su pésimo quehacer político. El elogio a su persona y la defensa de su actividad pública se interpretan como indispensables certificados de inteligencia y cultura que reparten los concededores de bulas. Escribir a estas alturas que Azaña fue un lastimoso gobernante y un generador de odios conlleva la inmediata expulsión de los espacios intelectuales. Literariamente, Azaña no fue mejor que Pedro de Lorenzo. Precioso continente, floritura verbal, y poco más.

Pero nadie se había atrevido, hasta ahora, a exponer los sueños militares de don Manuel, que no supo poner orden entre los que lucharon en su bando. Azaña, como todos los tontos dotados de brillante arrogancia, se situó muy por encima de los militares. Los sobrevolaba con desprecio, él en lo alto, ellos en el suelo, tan pequeñitos. Personificaba todo lo que un militar no aprecia. El buen militar acostumbra a ser tan bien educado que jamás desprecia. Le sobra con no sobrepasar el límite que la cortesía establece en el desaprecio, que no es lo mismo que el desprecio. El desafecto es la falta de afecto, pero nunca el odio. Eso, y la disciplina, la cortesía, la entrega, la vocación, el amor a España y sus instituciones, el valor, la lealtad, el deber, el servicio, y el ofrecimiento de sus propias vidas desde la desatención de las ambiciones materiales y económicas, es lo que aprenden los militares en la Academia que Azaña clausuró impulsado por su rencor indescifrable. Claro, que también Dios, el honor y la Patria –y nadie lo olvide, El Rey– son conceptos de irrenunciable lealtad por parte de los militares. De ahí que el nombre de Azaña no encaje bien, excepto en mentalidades poco ajustadas a la cultura, en el ámbito militar.

Busque otro ejemplo, señora ministra.

Alfonso Ussía, La Razón

ULTIMA HORA, ¿HASTA CUANDO TENEMOS QUE SOPORTAR?, PÁSALO

Chacón sanciona a militares españoles por izar una

Bandera de España en un monte de Álava

El desenfreno político que vive España ha tenido su corolario en las últimas horas, en uno de los actos más envilecedores de este Gobierno y de la penosa ministra de Defensa que arrastra su catalanismo excluyente hasta convertirlo en una insoportable rémora para la dignidad del estamento castrense. ¿Qué episodio de la política defensiva española podría sobreponerse en importancia al de una ministra que sanciona a unos militares españoles por enarbolar la bandera que, por imperativo moral y profesional, están obligados a defender hasta con sus propias vidas? ¿En qué se ha convertido el ejército español para que un suceso de la proporción y gravedad de este no tenga la sonora respuesta de algunos de los altos mandos devenidos en lamentables coristas de una ministra que evidencia en cada una de sus acciones su odio inveterado a España representada en sus símbolos?

¿Sería verosímil un suceso tan truculento como la sanción a un soldado norteamericano que izara la bandera de aquel país en un monte del estado de California? ¿Habría sido tan drástica la decisión de la ministra si algunos de los soldados sancionados hubiese enarbolado una bandera del colectivo gay o instalado una pancarta contraria a la guerra?

Una soldado posó desnuda hace meses para una publicación semanal y la ministra catalana defendió el principio de la libertad personal por encima del decoro que se le exigiría a un militar español si las circunstancias morales de este país fuesen otras. Una publicación del norte de Marruecos informa de la presencia de confidentes islamistas en algunos acuartelamientos de Melilla y la respuesta de la ministra fue ignorar el asunto. Un soldado transexual hace frente a las bromas de sus compañeros desertando del ejército y la ministra Chacón, disuadida por las feministas y el lobby gay de cualquier medida disciplinaria, sólo tiene palabras de comprensión para el desertor. En cambio, esa misma ministra sanciona con el máximo rigor a la «provocación» de que unos militares izen una bandera de España en un trozo de España.

Un ejemplo añadido a los muchos ejemplos en los que la ministra Chacón interioriza su profundo desprecio hacia un ejército al amparo de nuestros símbolos nacionales. Los únicos que reconocen y en los que se ven representados millones de españoles. Para Chacón, el ejército español es sólo la metáfora del tocador de la señorita Pepi en ridícula versión ‘humanitaria’. Cualquier apelación desde dentro de sus filas al patriotismo, a la defensa de nuestros símbolos o a la de España como concepto territorial unitario es percibida como una intolerable afrenta a la escala de valores que esta banda de rufianes gubernativos ha diseñado para España. En un país celoso de su unidad, la provocación de la ministra tendría que ser respondida de forma terminante, salvo que los generales españoles conciban a sus soldados como ‘carne de cañón’ para las fobias catalanistas de la ministra de Defensa. ¿Podrían reconocerse en ese mismo uniforme castrense y en esa lamentable ministra tantos buenos, dignos y patriotas militares que por el porvenir de España dieron o arriesgaron sus preciosas vidas?

Sancionados por izar la bandera española

La noticia ha saltado en las últimas horas y la ha hecho pública la formación Alternativa Española en la tarde del jueves. El Ministerio de Defensa habría sancionado con la retirada del complemento al oficial y al superior que, durante unas maniobras, izaron la bandera española aprovechando la estructura metálica que sostiene la Cruz del monte Gorbea en Álava. Según estas mismas informaciones, el Ministerio de Defensa habría considerado «incorrecta» la acción de la unidad militar.

Alternativa Española reclama al Ministerio de Defensa una confirmación inmediata de la veracidad de estas informaciones y considera gravísimo que se sancione a unos militares por cumplir con su deber. «Todas las unidades», señalan los socialcristianos, «al establecer la posición en las maniobras, colocan la bandera».

El partido liderado por Rafael López-Diéguez cree que, de ser cierta, «la sanción es de orden político» y estaría provocada por la subordinación del Estado a los nacionalismos, por lo que pide la inmediata retirada de las sanciones a los militares implicados.

«AES exige a la titular del Ministerio de Defensa, la señora Carmen Chacón, una explicación sobre los hechos denunciados» y opina que la ministra debería dimitir o ser «inmediatamente» cesada por considerar «incorrecto» el izado de la bandera española en territorio español.