ALFONSO USSÍA

¿Y esto, qué es?

Tenemos en la legalidad a Bildu, Amaiur y Sortu.

Es decir, que tenemos en la legalidad a la ETA. Se han enfadado mucho sus miembros con la detención del terrorista que asesinó a Isaías Carrasco, que ha sido enchironado junto a otro compañero de sangre putrefacta. Se entiende. A nadie le gusta que detengan a un hermano. Para Amaiur es «ir en dirección contraria». Analicen la reflexión.

En España, la detención de un asesino es ir en dirección contraria. Bildu ha subvencionado un cortometraje que hace apología de la ETA. El Gobierno ha dicho que toma nota. El Fiscal también. Las notas pueden terminar en las papeleras, la del Gobierno y la del Fiscal. En Cataluña, el Presidente de la Generalidad y su Consejera de Educación han afirmado que no tienen la menor intención de acatar una sentencia del Tribunal Supremo en la que se anulan los decretos de imposición del catalán como única lengua vehícular. A mí, lo de la  «lengua vehícular» se me antoja una cursilería, pero ahora se dice de esta forma. Es decir, que el máximo representante del Estado en Cataluña se cisca públicamente en el Tribunal Supremo.

En ninguno de los casos anteriormente expuestos se cumple la Ley. Un Estado que no obliga a cumplir la Ley no es un Estado de Derecho, sino un Estado de máxima gravedad. No obstante, los ciudadanos de a pie se sienten asfixiados con las medidas económicas, probablemente correctas, que se han adoptado. Pero carecen del derecho a ser comprendidos. El retraso de un día en el pago de los impuestos –los que pueden pagarlo–, se castiga con una multa descomunal. ¿Qué aliciente tiene un ciudadano para colaborar con sus impuestos con un Estado que no cumple ni hace cumplir la Ley? Por cada cien españoles, un político. España es la nación con más políticos de Europa. Diecisiete Gobiernos, y diecinueve Parlamentos. Más de doscientas embajaditas ubicadas en todos los rincones del mundo de exclusiva representación autonómica.

Miles de ayuntamientos inviables, opuestos a la creación de macrocomunidades por exclusivos problemas de aldea y discusiones de campanario. Esperanza Aguirre propone reducir el número de parlamentarios en Madrid y los suyos responden con el silencio. El PSOE e IU, lo contrario. Quieren aumentar el número de gorrones en Andalucía. El ciudadano de a pie habla solo por la calle, gesticula, no comprende lo que sucede y acude como un corderito a la Delegación de Hacienda a pagar su multa. Para colmo, es severamente amonestado por un funcionario. El Presidente del CGPJ, es acosado y derribado por un resentido con la ayuda del grupo más importante de comunicación de España.

Del más importante, entre otros motivos, por ser el que más debe. Su Consejero Delegado, que cobra más de una decena de millones de euros se ha instalado en Nueva York. La nueva y ejemplar izquierda. Hasta Nueva York no llegan los insultos y las lágrimas de los despedidos con un ERE. El Estado de las Autonomías ha fracasado rotundamente. Podría haber funcionado en una nación poblada por políticos mayoritariamente honestos, no dedicados a vivir de los contribuyentes. Pero no. Las dos autonomías autollamadas «históricas» han recibido tanto que se sienten inducidas a la separación. Una, con violencia física, y la otra con violencia verbal.

Un aparte. ¿Acaso Castilla no es una comunidad histórica? Manda narices. El resto no tiene sentido. Las redes sociales y las palabras de la calle no llegan a los políticos. Se pide una recomposición, refundación del Estado. España se deshilacha. El Estado, apenas existe. Las Leyes no se cumplen. ¿Esto qué es?

ALFONSO USSÍA

Arrestados

Jesucristo y la Virgen han sido arrestados. He leído con gran interés la carta del Jefe del Estado Mayor de la Defensa , general del Ejército del Aire don José Julio Rodríguez a quien mucho estimo y respeto. No me ha convencido. En exceso extensa y farragosa. El lenguaje castrense es más sintético y directo. La orden no viene del general don José Julio Rodríguez, al que no me figuro arrestando a la Virgen de Loreto. Patrona de los aviadores. Viene de la ministra doña Carmen Cachón y de su auxiliar administrativo don Constantino Méndez,  a los que la Virgen de Loreto les importa un bledo. Un error grave confundir las cosas y quebrar la tradición y los sentimientos militares desde el laicismo oficial. Sea atendido este ejemplo ajeno a los soldados. 

En Almonte, una mayoría de los votos son de socialistas y comunistas. Acuda a Almonte de visita la ministra Chacón e intente arrestar a la Virgen del Rocío. Le faltarían piernas para escapar ilesa perseguida por los suyos. Los militares tienen una tradición religiosa desde tiempos más allá de la memoria, de la Histórica y de la real. Y es lógico. El soldado convive con el riesgo y con la muerte por vocación. Lo hace en nuestra defensa, voluntariamente. Y el consuelo ante la inmediatez de la muerte se encuentra en la fe. Suprimir la misa en los actos de entrega de despachos de oficiales es algo más que un agravio innecesario a la costumbre militar. Es una gamberrada gratuita. Señora Virgen del Carmen, Estrella de los Mares, queda arrestada. Señora Inmaculada Concepción, Patrona de la Infantería , al calabozo. Señora Virgen del Pilar, Patrona de España y de la Guardia Civil , pase inmediatamente por el Ministerio de Defensa y póngase a las órdenes del funcionario laico para que le suelte un chorreo antes de ser recluida en estado de prevención. Que el Corpus abandone Toledo y el Cristo de la Buena Muerte deje de salir en procesión llevado por brazos legionarios. Fuera los crucifijos en los homenajes a los caídos por España. Quedan prohibidos los nombres de Dios y de la Virgen en los himnos castrenses. –«Salve, Estrella de los mares, madre del Divino Amor», fuera. 

Sean lanzados los sentimientos de treinta generaciones de marinos de nuestra Armada por la borda de babor, obviamente. Que la Legión de hombres honrados de Calderón de la Barca se someta sin rechistar a los resentimientos de quienes pretenden borrar el humanismo cristiano de los cuarteles y regimientos de España, de sus buques de guerra, de sus altares e imágenes dolorosas celosamente guardados, custodiados y venerados por los militares durante siglos.

Señora ministra, me ha decepcionado. Confié en usted y en su inteligencia al principio de su andadura. No se ha contagiado de la serena disciplina y el concepto del honor de nuestros soldados. Ellos, en una aplastante mayoría, creen en Dios, en la Virgen y en los santos. Forman parte de su código particular e interior, y también del conjunto de sus sentimientos y creencias. Y si existen militares laicos y agnósticos, no les toque a su Cristo o a su Patrona, porque también en ellos, sin creer en ellos, en ellos buscan su consuelo y su esperanza. Arreste imágenes y oraciones. Arreste sentidos y tradiciones. Al final, además de una falta de respeto, está cometiendo usted una horterada. Se está riendo de la estética de los soldados. No va a tener sitio en los calabozos y prevenciones para meter tanto amor y tanta fe al otro lado de las rejas.

Alfonso Ussía.

EL ALCAZAR DE TOLEDO


Si algo no entra en el hábito de los militares es la mentira. Un militar mentiroso no es un militar. Y si la mentira, además, se viste de manipulación, sesgo y majadería, se llega a la conclusión de que no viene de la decencia uniformada, sino de la falta de respeto a la verdad de nuestros actuales gobernantes. Ignoro quién es el manipulador que pretende, con setenta años de retraso, borrar un largo episodio de heroísmo que ha sido reconocido como tal unánimemente. La heroica resistencia de los defensores del Alcázar de Toledo en la Guerra Civil fue reconocida y admirada por los propios sitiadores. Pero llega el tonto setenta años más tarde, y quiere triunfar donde la victoria y la derrota son páginas de la Historia. Que lo intente el tonto, su superiora y el superior de la superiora. No lo van a conseguir.

Creo que hay dos ministerios, Interior y Defensa, que por su carácter institucional merecen más reflexión ante las críticas que otros departamentos. He sido, y siempre lo seré, más prudente con un ministro de Defensa que con el titular de una cartera más cercana al partido gobernante que a la totalidad de los españoles.. Pero lo que pretende el tonto que tiene por ahí suelto la ministra Chacón , además de una villanía histórica –o mejor, contrahistórica–, es una soberana imbecilidad. Este Gobierno no sabe qué hacer para reescribir un pasado inmutable.

El asedio al Alcázar de Toledo, donde un grupo de soldados valientes del Ejército Nacional, resistió durante más de setenta días a las fuerzas republicanas infinitamente más poderosas, está no sólo en la Historia de España, sino en la de los grandes hechos militares de todo el mundo. Eliminar del Alcázar la Historia del Alcázar sólo se le ocurre a un ceporro sesgado y mentiroso. Es de esperar que sea un ceporro y no una ceporrra, dado que el titular actual de la cartera de Defensa es una mujer.

La Historia se asume. El Alcázar resistió con heroísmo.. Allí había además de soldados, mujeres y niños. El general Moscardó no entregó el Alcázar ni a cambio de la vida de su hijo, que fue cobardemente ejecutado. Han pasado más de setenta años, y el ceporro pretende borrar el fracaso de los sitiadores y el triunfo de los sitiados. No tiene sentido. Y lo hace desde el ministerio que agrupa a quienes no saben mentir. Lo dice César Vidal: «Los héroes no se discuten». Son de todos.

Setenta años más tarde, aquel heroísmo no puede herir a nadie. Sólo a los mentirosos y los manipuladores. A los cretinos, a los rencorosos. Apenas quedan protagonistas vivos de la victoria en la Guerra Civil. Lo mismo que derrotados. Los hijos de los que ganaron han renunciado hace mucho a seguir ganando..

Pero muchos descendientes de los que perdieron –en gran parte, por su culpa-, quieren ganar una Guerra con setenta años de retraso. Una necedad y un despropósito. Eliminar del Museo del Ejército del Alcázar los vestigios y muestras de aquel episodio heroico es una prueba de resentimiento impotente. Lo que se suponía fácil lo convirtieron en imposible unos héroes. Respétenlos y no mientan… Si la ministra no rectifica el plan del ceporro, lo siento señora ministra, pero la ceporra será usted.
ALFONSO USSÍA